Más de un siglo sobre rieles: La historia del ferrocarril en Gualeguaychú.
10 de junio de 1983: la locomotora N°85 sale del galpón de máquinas (actual Museo del Carnaval) con destino a la Estación Basavilbaso. Fue el último tren a vapor que partió de Gualeguaychú.
Foto: Museo Ferroviario Gualeguaychú
Durante poco más de 100 años, el tren fue parte fundamental de la vida social y comercial de nuestra ciudad. Hoy, a 40 años de la fundación del Museo Ferroviario local y 30 del cierre de la Estación Gualeguaychú, cobra renovada importancia preservar y conocer su historia.
Pocos inventos moldearon la historia de la humanidad como lo hizo la locomotora a vapor. Durante la segunda mitad del siglo XIX, las potencias europeas -con Inglaterra a la cabeza-, que ya habían visto su paisaje urbano y rural transformado por la Revolución Industrial, lideraron un cambio sin precedentes al interior de sus territorios y en distintos rincones de todo el mundo: la llegada del ferrocarril, un hecho que habilitaba el crecimiento exponencial del comercio, las comunicaciones, y el transporte de bienes y pasajeros -desde ejércitos a civiles- en tiempos y cantidades hasta entonces impensadas.
Argentina fue parte de esta transformación. Su inserción en la economía global dentro de un modelo agroexportador implicó el tendido de miles de kilómetros de vías férreas que resultaban cruciales para trasladar materias primas -principalmente carne y cereales- hasta el puerto de Buenos Aires, desde donde partían rumbo al exterior. En ese contexto, era solo una cuestión de tiempo para que el ferrocarril llegara a Entre Ríos primero y a Gualeguaychú después.
Ahora ElDía habló con Dardo Campoamor, responsable del Museo Ferroviario Gualeguaychú, quien reseñó los momentos clave de esta cronología y destacó la importancia de conservar y transmitir esta parte de nuestro patrimonio histórico y cultural.
En primer lugar, Campoamor explicó que nuestra historia ferroviaria suele dividirse en cuatro etapas: la del ferrocarril provincial, la de su privatización, luego su nacionalización y, por último, su ocaso tras las concesiones privadas de la década del 90. Entre Ríos no escapó a la gran expansión ferroviaria argentina que se dio entre 1870 y 1914, conocida como “la fiebre del riel”. Tan pronto como en 1866, se puso en marcha el primer tren de la provincia: el “Primer Entrerriano”, un ferrocarril que unía los 10 km que separan Gualeguay de Puerto Ruíz. Sin embargo, luego le seguirían veinte años de estancamiento, y el verdadero desarrollo ferroviario llegaría en la segunda mitad de la década de 1880 con el Ferrocarril Central Entrerriano (FCCER).
FOTO – Símbolo del progreso técnico, la llegada del ferrocarril a nuestras tierras movilizó el entusiasmo de la sociedad en su conjunto.
Foto: Museo Ferroviario Gualeguaychú
“Como no llegaban inversiones privadas, la misma gobernación va a tomar el proyecto de este ferrocarril que se llamó Central Entrerriano porque cortaba la provincia al medio: iba desde Paraná hasta Concepción del Uruguay -los dos puertos más importantes-, y después, como Entre Ríos se comunicaba por barco, las demás líneas terminarían en otros puertos comerciales importantes de la época: como el de Gualeguay, Puerto Ruiz, Victoria y Gualeguaychú. Así es como nuestra ciudad ingresa a la planificación ferroviaria del FCCER”, señaló el encargado del Museo, y procedió a contar los detalles de aquel proceso histórico:
“Esa línea va a empezar a construirse entre 1884 y 1885, y la línea a Gualeguaychú, que venía desde Baso, se va a autorizar en diciembre de 1887. El gobernador en aquel entonces era Clemente Basavilbaso, oriundo de Gualeguaychú, y es él quien va a dar la autorización para que se construya el ramal a Gualeguaychú, la estación y todas sus dependencias. Esto se hizo durante todo 1888, y por eso muchas piezas que tenemos en el Museo tienen grabado ese año: las balas, la mesa giratoria, los rieles, las señales, etcétera”.
“Ese ferrocarril provincial va a durar poco”, continuó. “Ya en 1892 se decide su privatización y lo compra la empresa inglesa The Entre Ríos Railway Company. En vez de tener una red multiportuaria como el FCCER, esta empresa trata de ir directamente al puerto de Buenos Aires. Es así que se construye la estación de Parera. De ese ferrocarril, la línea de Basavilbaso va a llegar hasta Parera, va a tener el desvío para Gualeguaychú, va a seguir hacia Ibicuy para embarcarse primero en los ferries y después ir desde Zárate rumbo al puerto de Buenos Aires”, describió. Cuatro años más tarde, en 1896, la firma británica también compra el ramal del “Primer Entrerriano”, con lo que ambas líneas quedan conectadas.
Los capitales ingleses tendrán el control ferroviario de Entre Ríos durante medio siglo, hasta que en 1948 el gobierno de Juan Domingo Perón nacionaliza los ferrocarriles del país. “Toda la Mesopotamia, más el norte de la provincia de Buenos Aires, se va a convertir en la línea General Urquiza”, indicó Campoamor, y apuntó que así se mantendría hasta comienzos de los 90’, “cuando con la presidencia de Menem se anuncian las concesiones ferroviarias”.
“Aunque los edificios y la infraestructura del ferrocarril va a seguir perteneciendo al Estado, le van a dar la administración a los privados”, precisó, y concluyó: “En nuestro caso, en el año 1993, los trenes van a quedar en manos de la empresa Pescarmona. Los privados conservaban principalmente la línea troncal e iban clausurando los ramales secundarios, porque no les era rentable, ya que por esas líneas -como la de Gualeguaychú- pasaba muy poca carga; esto era así principalmente porque no se habían renovado las vías y puentes, y no se podían llevar trenes muy pesados. En 1994 llega la clausura del ramal a Gualeguaychú y el cierre definitivo de la estación”.
El impacto del ferrocarril en la ciudad
Además de los nuevos ritmos y alcances del sistema productivo que instauraba en cualquier parte del mundo, la aparición del ferrocarril en Entre Ríos fue particularmente transformadora por sus condiciones geográficas. Al interior de la provincia, las comunicaciones terrestres eran complicadas, por lo que las ciudades estaban más bien acostumbradas a depender de las vías fluviales, uno de los motivos por los que el puerto de Gualeguaychú -por ejemplo- tuvo tanta importancia. Con el tren, las dificultades del transporte en carreta, a través de arroyos y zonas inundables, se veían superadas, y las ciudades vecinas, conectadas; algo que luego se extendería también a toda la Mesopotamia.
Entre otros cambios que trajo aparejado el fenómeno ferroviario, Campoamor señaló que “muchas colonias que estaban dispersas empezaron a acercarse hacia las estaciones de trenes”, de lo cual son ejemplo Urdinarrain, Basavilbaso y Caseros, “entre tantas otras”. “De esa manera, también la cultura que tenían esas colonias de inmigrantes va a llegar de forma más fluida a Gualeguaychú”, explicó. En el caso de nuestra ciudad, yendo al plano comercial e industrial, mencionó que “mucha ganadería venía por tren y había una relación del Frigorífico con el ferrocarril”, y que el puerto se vio “revitalizado” por la llegada del mismo, con lo cual tuvo que cambiar su infraestructura por completo. Además, agregó que al construirse la estación (donde hoy está el Corsódromo), esta pasó a ser junto con el puerto uno de los dos lugares de mayor movimiento en Gualeguaychú, con lo que se podría decir que el ferrocarril también reconfiguró el entramado urbano de la ciudad y las dinámicas sociales que de él se desprenden. FUENTE: eldiaonline.com